Vivir anclado

Aunque no sepamos mucho sobre barcos, como es mi caso, todos sabemos qué es un ancla y rápidamente visualizamos su imagen. Curiosamente, pese a nuestro desconocimiento en saberes náuticos, solemos usar el verbo anclar, diría que generalmente en un sentido negativo.  Así podemos escuchar o incluso nosotros mismos usar, expresiones como “es que vive anclado en el pasado; “no puedes seguir anclado en esos recuerdos”,etc.
Podría decirse en lenguaje sencillo que un ancla es un dispositivo que todo barco lleva para en caso de necesidad poder ser soltada hasta que no sólo toque el fondo marino sino que quede fuertemente agarrado a él, de manera que el barco pueda hacer frente a la fuerza de las mareas y de las corrientes y no vaya a la deriva.  Visto así, que un barco esté anclado ya no suena tan mal ¿no?.
Manteniendo en nuestra mente esta función a todas luces positiva y necesaria que un ancla cumple en un barco, en el caso de las personas ¿necesitamos también de un ancla? ¿o quizás de varías?. Siendo así ¿cuáles serían esas anclas que nos impiden quedar al albur de la corrientes e incluso que no nos vayamos a la deriva?.
No sé cual será vuestra respuesta. Os animo a reflexionar al respecto. Yo lo tengo claro. Vivir anclado es en esencia algo positivo y esas anclas son los principios. Eugenio Ibarzabal en su recomendable libro “La pasión por mejorar” lo expresa de forma muy pedagógica al referirse a los principios: “sea lo que sea que nos venga a la cabeza, hay cosas que no se deben hacer nunca y otras por el contrario que se deben hacer siempre”. A mi modo de ver resume muy bien mi punto de vista sobre qué son y para qué sirven los principios.
Todos tenemos la sensación de que en algún momento de nuestra vida no estamos capitaneando el barco de nuestra vida y que corrientes externas, nos están desvíando de nuestra ruta. Lo más fácil sería echar el ancla pero para ello antes debemos analizar cuáles son nuestros principios y en qué medida solemos ser coherentes con ellos.  Habitualmente, nos cuesta vivir anclados y actuamos más como la conocida frase de Groucho Marx : “estos son mis principios pero si no le gusta tengo otros”.
Creo que a nivel individual y colectivo tenemos mucho por reflexionar sobre cuáles queremos que sean nuestras anclas. Es evidente que para los barcos es una herramienta fundamental pero incluso para ellos, es una persona la que decide, lanzarla o no al fondo del mar. Así pues tenemos la gran oportunidad nosotros también de poder responder a la pregunta: ¿a qué quiero vivir anclado?

 

Iker uson

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