Recientemente, al hilo del aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, volvieron a reproducirse divergencias sobre cómo debe realizarse un reconocimiento plural e integrador a las víctimas. También hubo avances importantes. En todo caso, hay heridas especialmente sensibles que la división partidaria no debe volver a abrir. Es conveniente y posible dar un paso más.
Es un buen momento para progresar y acordar unos compromiso básicos sobre lo que se puede y no se puede hacer en materia de víctimas. Al inicio de esta nueva legislatura, el diálogo entre las fuerzas políticas podría incluir en su orden de día un punto más: acordar un código ético sobre solidaridad con las víctimas. Para no limitarme a pedir y aportar algo, sugiero tres bases como punto de partida para empezar a definir su contenido:
No invisibilización y solidaridad
Lo primero es la solidaridad. No podemos ignorar su situación, ni desentendernos del drama que han padecido. Todos debemos comprometernos a escuchar, acompañar y apoyar a las víctimas. Debemos reconocer el daño que han padecido y repararlo en la medida de lo posible, sin excluir ninguna vulneración de derechos humanos y sin diluirlas, compararlas ni equipararlas. Como ciudadanos debemos personalizar nuestro apoyo a las víctimas. Colectivamente debemos socializar y visibilizar la solidaridad así como difundir una cultura de paz y humanización.
No apropiación y multilateralidad
Nadie debe apropiarse, protagonizar o exclusivizar la causa de las víctimas. Nadie debe utilizar a las víctimas como arma arrojadiza, ni vincularlas a una razón política concreta. Debe respetarse la pluralidad de ideas y sensibilidades que, como en el conjunto de la sociedad, también se da entre quienes más han sufrido. La solidaridad con las víctimas tiene que ser gratuita y multilateral, debe ofrecerse y aceptarse con independencia de la razón política que cada cual defienda y sin otro motivo que el compromiso con la defensa de la dignidad humana.
No victimación y unidad
No debemos relacionar los procesos o iniciativas de solidaridad con ninguna forma de victimismo porque esto prolonga su sufrimiento y victimación. También lo hace nuestra división política cuando nos enfrentamos en su nombre. Debemos defender unidos el reconocimiento de la verdad, una reparación global, una memoria crítica del pasado y un contexto de conciliación. Nos comprometemos a la no-crispación en relación a todo lo que tenga que ver con las víctimas. Nos comprometemos a que todo lo que hagamos en favor de ellas se base en el consenso y busque lo que nos une frente a lo que nos divide.
Jonan Fernandez