Los medios de comunicación son plataformas poderosas para transmitir lo sucedido: documentales, reportajes, hemerotecas y opiniones… tienen la capacidad de llegar a públicos muy distintos, desde perspectivas muy distintas y por medio de varios soportes. Muchas personas que no han tenido la oportunidad de conocer cara a cara vivencias de distintos sufrimientos, han llegado a conocerlas gracias a los medios de comunicación, y esto les ha supuesto un impulso para salir de sus trincheras.
Sin embargo, los medios de comunicación, además del pasado, también recogen el presente; más concretamente, las tensiones y disputas que ocurren hoy en día en relación al pasado, a menudo en el plano político. En el juego de competición política, ocurren las guerras de declaraciones: se hacen muestras rápidas de posiciones, sin detenerse sosegadamente en las necesidades y deseos que hay detrás. Hace falta considerar la confusión, polarización, desesperanza e indiferencia que genera todo ello y transmitir con mucho cuidado y responsabilidad los choques actuales.
De cualquier manera, tal vez lo más importante sea lo siguiente: fomentar en el público la capacidad crítica y la reflexión ética. La educación también tiene su papel ahí, pero si los medios de comunicación se comprometen con esos dos criterios para orientarse, nos acercaremos al pasado con curiosidad, apertura y ganas de crear un futuro mejor.