La aplicación de “meter la pata” viene instalada en el móvil de nuestra vida. Es mejor asumirlo: las personas no somos perfectas. ¡Ojo! y aunque consigamos mejorar la vida, tampoco lo seremos. Creo que asumirlo personalmente y como sociedad, produce un replique montres alivio. En cualquier caso, una vez cometido el error la pregunta es ¿y ahora qué?. El sentido común a todos nos indica que lo que toca es asumir las consecuencias y disculparnos. De hecho se lo enseñamos a nuestros hijos/as con el famoso “pídele perdón”.
Nuestra vida en pareja, en sociedad, en familia, requiere del perdón. Pensemos cómo hubiese sido la historia si todos nuestros ancestros no se hubiesen perdonado nada de lo sucedido entre ellos. Nuestra sociedad funciona en buena medida gracias a que estamos dispuestos a pedir perdón y a perdonar. Es un acto individual y que por lo tanto no puede ni obligarse a pedir perdón, ni obligarse a perdonar. Convertirlo en algo impuesto, si lo pensamos, es ridículo. Pero no es sencillo. De hecho es más difícil cuanto mayor es el daño, tanto para pedir perdón, como para perdonar a la otra persona.
Más allá de los significados religiosos,replica uhren rolex perdonar es comprender que somos más que eso que un día hicimos en el pasado. Para el que pide perdón significa que comprende que ha provocado un daño en otra persona, que incluso lo ha hecho voluntariamente pero que voluntariamente también, ahora quiere reconocerlo y rectificar. Y para el que tiene que perdonar supone no olvidar lo sufrido, ni quitarle valor, pero si comprender que esa persona que le pide perdón, es más que eso que le hizo. Cuando metemos la pata, ¿no nos gusta que nos den otra oportunidad? ¿no creemos que somos mucho más que eso que hicimos?
Iker Usón