En el año 2017, el Acento quiere reflexionar sobre la solidaridad. En un contexto generalizado de sufrimientos injustos y pérdida de valor de la dignidad de las personas, la solidaridad y el compromiso personal y colectivo con éstas, se vuelve imprescindible. Sin embargo, la solidaridad además de abrirnos a lo mejor de nuestras posibilidades humanas, también toca las fibras más sensibles de nuestras limitaciones: el afán de protagonismo, dar la imagen de ser buenos, satisfacción de nuestros intereses… Corremos al menos un doble riesgo: querer extirpar de nuestra condición humana nuestra empatía y solidaridad, pues pese a ser algo que forma parte de todas las personas, en tiempos como los actuales, se convierte en algo molesto; y hacer de la solidaridad un recurso más al servicio de nuestras necesidades y expectativas personales.