“When a loved one in disappeared, time stops // Cuando alguien querido es desaparecido, el tiempo se detiene”
(In Limbo, European Human Rights Advocacy Centre)
Se celebra estos días en Ginebra el Primer Congreso Internacional sobre Desapariciones Forzadas. Un Congreso que desea visibilizar la actualidad de este tema y que ha atraído el interés de 900 participantes in situ y otras mil personas conectadas a través de la retransmisión online, lo que indudablemente es una muestra de la necesidad de atender esta realidad.
La desaparición forzada está reconocida como grave violación de derechos humanos e incluso cuenta con una Convención Internacional, ratificada por decenas de países, lo que permitió avanzar en el reconocimiento de esta práctica tan extendida en el tiempo y la geografía. “Las desapariciones forzadas son un fenómeno ampliamente extendido en diferentes regiones del mundo y épocas históricas, aunque no siempre es bien conocido y comprendido. Las desapariciones generan un sufrimiento cruel, extendido en el tiempo y que genera impactos expansivos tanto en los familiares más directos, como en la comunidad donde se producen estas desapariciones”, nos recuerda la reciente publicación de Baketik sobre Conversaciones con Mujeres Buscadoras.
En las voces de familiares, supervivientes, representantes de organizaciones sociales y también representantes institucionales de estas primeras horas del Congreso, se ve claramente que la realidad de la desaparición forzada se da en una multitud y diversidad de situaciones. Sin lugar a dudas, se agrava su presencia en contextos de conflictos, pero también es común en contextos migratorios donde miles y miles de personas son desaparecidas cada año en diferentes regiones del país. La desaparición forzada es también una realidad para quienes alzan la voz para denunciar vulneraciones de derechos y son desaparecidos a raíz de su activismo.
La desaparición tiene diversos victimarios también. Es evidente el peso de estados y fuerzas policiales y militares, pero también acontece a manos de otros grupos, a menudo también con conocimiento de las propias autoridades.
Estas desapariciones, con su clima de inestabilidad emocional e inseguridad, generan una atmósfera de represión en las comunidades, que impide avanzar hacia la construcción de paz. La impunidad y la falta de investigación de estos crímenes agrava la situación de vulnerabilidad extrema para toda la comunidad.
Las mujeres son quienes más lideran la búsqueda de sus seres queridos, de sus familiares que han sido desaparecidos. Emprenden caminos que comienzan como forma de responder a la incomprensible situación de no saber nada sobre sus hijos, parejas, hermanas y hermanos. La importancia de escuchar las voces de sobrevivientes y familiares ha sido también reforzada y señalada en diferentes ocasiones por parte de quienes intervienen en el congreso.
Representantes de organizaciones de Centroamérica recordaban que el propio ejercicio de escucha a las historias de las víctimas es también empoderante y removedor. Las voces reunidas en Conversaciones con Mujeres Buscadoras visibilizan también la importancia de esa escucha, del encuentro.
Muchas organizaciones han avanzado significativamente en las últimas décadas, pero eso no ha impedido que la realidad de las desapariciones forzadas siga extendiéndose y adquiera nuevas formas y caras. La necesidad de visibilizar y generar mecanismos efectivos sigue siendo una realidad también a comienzos de este 2025.
Maider Maraña – Baketik