La atemporalidad de la reflexión ética

El movimiento en favor de la recuperación de la memoria histórica está en auge. Son cada vez más las personas que quieren saber qué ocurrió con su abuelo, o quieren denunciar lo ocurrido tras el golpe de Estado de 1936 o en la dictadura. Quiero hoy resaltar que muchas de esas personas conciben lo ocurrido como una violación de los derechos humanos. Es así como, siguiendo las pautas que a nivel internacional están establecidas para las víctimas de toda violación de sus derechos básicos, son muchas las personas que han hecho suya la revindicación del derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación.

Gracias a este movimiento además, muchas personas han iniciado una reflexión ética sobre lo ocurrido. Muchos han llegando a la conclusión de que sus familiares o vecinos, fueron asesinados por pensar diferente y quieren que se conozca lo ocurrido, que los culpables paguen por ello y que las personas o sus familiares, sean reparadas.

Uno no puede más que alegrarse de que este tipo de reflexiones se estén dando en nuestra sociedad. Sin embargo, también percibo que estas reflexiones éticas tienen marcos temporales, de manera que violaciones de derechos humanos similiares cuando no idénticas, reciben valoraciones diferentes, en función del momento en el que se produjeron o quienes fueron sus victimarios. Así, por ejemplo, parecen inaceptables las torturas y vejaciones del bando franquista pero no se reconocen las ejercidas en democracia por parte del Estado; o se califican de manera diferente los asesinatos producidos por el bando franquista que los producidos por ETA.

La reflexión ética es en esencia atemporal. No me parece aceptable éticamente que una violación se valore de forma diferente por el momento en el que se produjo o por si fue perpetrada por “los nuestros” o por “los otros”. Los contextos y circunsatancias deben ser conocidas. La revisión crítica de lo ocurrido puede ser fraccionada para un mejor análisis y tratamiento. Pero siempre y cuando lo que no fraccionemos sea la radical defensa de la dignidad de la persona, más allá de momentos, causas o victimarios.

Iker Uson

Scroll al inicio