Presentamos hoy aquí otra de las palabras que se han instalado en nuestro vocabulario; lo que no quiere decir que esté ampliamente aceptada. Así, desde desde el final de la violencia de ETA en noviembre de 2011, la palabra “proceso” ha sumado usuarios. Insisto, su uso creciente no supone una aceptación automática del concepto, pues en la “batalla” de las palabras, unas personas usan la palabra proceso en un sentido y otras, no tanto en el contrario, sino para negar incluso su existencia.
Dice la RAE que proceso significa “acción de ir hacia adelante”. Doctores tiene la RAE para decirlo aunque en mi caso, concibo más la palabra proceso como una acción de que algo se mueve en una dirección, hacia un objetivo, pasando por varias etapas y que necesariamente no son siempre para adelante, sin que por ello sea menos proceso o menos positivo, pues lo importante es el proceso en sí.
En muchos ámbitos de nuestra sociedad percibo que se defiende esta filosofía de trabajar en “clave de proceso” como ese caminante del camino de Santiago que tiene una meta clara pero que disfruta con cada paso que da y no solo con llegar a la Plaza del Obradoiro. Entiendo que es así como debemos concebir las acciones que, de forma muy inicial, se están poniendo en marcha en diferentes puntos de nuestra geografía con el objetivo de recomponer la convivencia tras años de conflicto violento. Lo importante es el proceso.
El objetivo es tan importante y necesario que no podemos precipitarnos en pensar que solo hay proceso cuando caminamos hacia adelante, entre otras razones porque no siempre será fácil consensuar qué es “adelante”. Lo importante insisto es y será que cada vez más personas nos unamos a estas acciones, que cada vez más hombres y mujeres quieran escuchar al diferente, acercarse a él/ella, e intentar entenderlo.
Iker Uson