Este mes se han cumplido 70 años desde que se refrendara la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lo cual nos sitúa ante la necesidad de hacer un análisis de su recorrido, su situación actual y, sobre todo, de los retos del futuro próximo. Habrá quien diga que estamos, claramente, mejor que hace 70 años. Es lo que nos puede parecer a simple vista y es bien cierto que esta carta ha constituido, cuanto menos, un objetivo a lograr, una meta a la que llegar. Ha puesto nombre y apellido a la utopía, que a su vez va cambiando, ya que los derechos humanos van creciendo, sumándose y enriqueciéndose con nuevas demandas .
Pero, cuando uno/a empieza a leer todos y cada uno de los artículos que conforman la Declaración, esa convicción previa de carácter optimista, inevitablemente, empieza a tambalearse. El artículo 2 otorga los mismos derechos y los mismos deberes a toda persona, sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, todos tenemos derechos de integridad física y moral, de libertad de pensamiento y conciencia; toda persona tiene derecho a una nacionalidad y el derecho de buscar asilo y disfrutarlo en cualquier país del mundo; toda persona tiene derecho al trabajo e igual salario por trabajo igual, así como al descanso; toda persona acusada de delito, tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad; toda persona tiene derecho a la educación, etc. Ahora, cojan un periódico de un día cualquiera o analicen un telediario y busquen ejemplos de vulneraciones de dichos derechos. No tardarán en completar el ejercicio.
Evidentemente, hay cosas que no están en nuestras manos. Pero hay otras muchas que sí. Todos y cada uno de nosotros podemos aportar a que el mundo y la vida sean algo más llevaderas y agradables para todos. Luchemos por poder disfrutar de nuestros derechos y hagámonos responsables también de nuestros deberes, denunciando las vulneraciones y defendiendo los derechos en nuestro círculo más próximo: en nuestros vecindarios, en nuestras escuelas, en nuestras calles, en los medios de comunicación, en nuestros gobiernos más próximos. Los derechos son de todos, los deberes también.