Para las personas que tenéis la oportunidad de hacer un parón este agosto, os traemos una propuesta: aprovechar la pausa para trabajar la paciencia.
La paciencia es la principal herramienta natural con que cuenta el ser humano para afrontar constructivamente los retos, dificultades y sufrimientos no patológicos. Es una herramienta imprescindible para tratar los conflictos éticamente y tiene un aspecto pasivo y otro activo: es aguante (paciencia pasiva) y constancia (paciencia activa) para afrontar la adversidad. Prácticamente todo en la vida está sometido al riesgo del fracaso si no incorporamos un fuerte componente de paciencia. Implica saber esperar con perseverancia y saber ser constante con esperanza.
El parón de las vacaciones puede ayudarnos a trabajar el aspecto pasivo de la paciencia, y hay varias maneras de entrenarnos. Una de ellas es elegir una actividad y realizarla lo más lentamente posible. Parece difícil, ¿verdad? Otra manera es la contemplación: observar a algo o alguien de forma pasiva, sin juicios, sin expectativas.
La clave es hacer un paréntesis en nuestros ritmos frenéticos y nuestra necesidad de obtener resultados concretos. Nos permitirá mirar con otra actitud los enfados, inquietudes, indignaciones y obstáculos que tengamos en el futuro. Empezar el curso con un buen suministro de paciencia no es mal plan, ¿verdad?