Artículo de Aitana Jáñez Pedrayes sobre su TFM en el marco del proyecto de Baketik y Mugen Gainetik: «La memoria como herramienta de construcción de convivencia pacífica desde una perspectiva feminista»
Este Trabajo de Fin de Máster (TFM) nace de una inquietud personal, como joven nacida y criada en Euskadi, por entender y explicar el desconocimiento que existe entre la juventud vasca sobre nuestra historia reciente, con miras a romper con la espiral del silencio y explorar el potencial de las personas jóvenes en Euskadi como agentes de paz. Aunque la disolución de ETA, y con ello el fin de más de cinco décadas de violencia, miedo y desconfianza, tuvo lugar hace solo seis años, la sociedad vasca parece haber pasado página sin llegar a “leer” completamente esta parte de su historia.
Realizado desde, por y para jóvenes mediante un grupo focal con personas comprometidas con la construcción de paz en Euskadi, este TFM se convierte en uno de los elementos de construcción de memoria del proyecto conjunto de Baketik y Mugen Gainetik, “La Memoria, desde una perspectiva feminista local-global, como herramienta para la construcción de la convivencia pacífica.”
Explorando las particularidades del caso de Euskadi, dado que el proceso de paz no culminó en un acuerdo de paz como en otros procesos al uso, y el importante rol de la sociedad civil en este, la investigación subraya que en Euskadi existía un conflicto, y sigue existiendo, más allá de la actividad armada de ETA. Con el fin de la violencia, no ha llegado una paz plena, y los desafíos políticos e identitarios que afectan a la sociedad vasca siguen presentes.
Sin embargo, existe una desconexión entre el esfuerzo que se ha hecho por construir paz y convivencia en las últimas décadas y cómo se transmite la historia reciente a las nuevas generaciones para que estas tomen el relevo de este fructífero trabajo. La falta de consenso sobre cómo recordar y contar lo que ocurrió ha creado silencios, tabúes y una normalización de la violencia que, en general, ha generado en la juventud la idea de que no hay ningún conflicto por resolver, y, por tanto, que el trabajo en la construcción de paz ya no es necesario. Si no se aborda la transmisión de esta memoria de una forma ética y basada en derechos humanos, que permita a los jóvenes enfrentarse al pasado sin revivir el odio, corremos el riesgo de repetir patrones y narrativas que en el pasado legitimaron la violencia.
Aquí, la memoria –y especialmente una memoria crítica e inclusiva– juega un papel fundamental en la construcción de una convivencia pacífica. La investigación muestra que el conflicto en Euskadi sigue siendo interpretado desde narrativas enfrentadas que dificultan el diálogo y la reconciliación. Esto, lejos de promover un diálogo inclusivo, tiende a polarizar aún más a la sociedad. Los y las jóvenes entrevistados hablaron de la “desmemoria generacional”: la falta de una educación inclusiva y crítica sobre el conflicto hace que muchos no conozcan los eventos históricos o sus implicaciones, lo cual en algunos casos provoca desconexión y, en otros, incluso radicalización o legitimación de la violencia. La escuela, como espacio principal donde los jóvenes se socializan y construyen su visión del mundo, debería incluir una educación para la paz que aborde el conflicto vasco desde una perspectiva histórica y ética, para así ayudar a combatir la desmemoria generacional e involucrar a los jóvenes como agentes activos en el proceso de paz.
Asimismo, mi investigación interroga no sólo cómo se ha transmitido la historia reciente de violencia en Euskadi, sino cómo la juventud participa en estos procesos como agente de paz y qué desafíos encuentran para su participación plena. Los resultados reflejan que la juventud vasca tiene una visión amplia y compleja de la paz, que integra cuestiones políticas, sociales y estructurales. La paz, desde su visión, no se limita a la ausencia de conflicto armado, sino que abarca problemáticas variadas de justicia social que les atraviesan en su día a día, y especialmente temas de género. En este sentido, el proyecto también conecta con la crítica feminista local sobre la paz en Euskal Herria, que argumenta que no puede haber paz verdadera mientras persista la violencia estructural, incluidas aquellas que afectan de manera especial a mujeres y a identidades no normativas. Cuando la paz se entiende en clave juvenil, extendiéndose más allá del conflicto de motivación política, los y las jóvenes se sienten más identificados con esta y por lo tanto más interpelados a contribuir a la convivencia pacífica.
En última instancia, mi TFM concluye que es fundamental fomentar una educación inclusiva, basada en derechos humanos y memoria histórica, con la perspectiva feminista que demandan las nuevas generaciones. Solo así podremos crear un espacio donde la paz se entienda tanto a nivel local como global y donde los y las jóvenes se vean a sí mismo/as como protagonistas del cambio. La sostenibilidad de la paz en Euskadi y la no repetición de la violencia depende en gran medida de nuestra capacidad para transmitir a las nuevas generaciones una memoria colectiva inclusiva y crítica hacia el uso de la violencia. La juventud vasca reclama una mayor participación en el proceso de construcción de la paz, y es vital que sus voces sean escuchadas y canalizadas. Esta investigación tiene la intención de compartir y dar visibilidad a estos aprendizajes, esperando que, como piezas de memoria, contribuyan a ampliar la mirada sobre la paz en Euskadi, aportando a una memoria colectiva y fundamentada en los derechos humanos que no solo recuerde el pasado, sino que imagine un futuro donde la paz y la justicia social sean posibles de la mano de la juventud.
Aitana Jáñez Pedrayes