La palabra “mena” es un acrónimo que hace referencia a los/as menores extranjeros/as no acompañados/as. A través del tiempo ha adquirido un carácter despectivo, criminalizando a niños, niñas y adolescentes que tras sufrir un proceso migratorio llegan completamente solos/as a un país desconocido en busca de una vida mejor. Pero, ¿cuál es su realidad?
¿Por qué emigra un/a niño/a solo/a, sin su familia?
Cada año miles de menores intentan cruzar el Estrecho en busca de una vida mejor. Existe la idea equivocada de que los/as jóvenes migrantes vienen a Europa a consecuencia de las facilidades y las ayudas que se les ofrecen. Sin embargo es la dura realidad de los países de origen y la falta de oportunidades la que les empuja a migrar siendo demasiado jóvenes para ello. Muchas familias depositan todas sus esperanzas en sus jóvenes migrantes para salir de la situación de pobreza en la que viven.
La insuficiente pero indispensable educación
La mayoría de los/as jóvenes migrantes tutelados/as llegan a los 18 años con escasa formación, por varias razones: no dominan el idioma, lo que pudieron estudiar en sus países es distinto a lo que se estudia aquí, no hay suficientes profesores de apoyo en las escuelas o simplemente por la edad a la que llegan, a veces pocos meses antes de cumplir la mayoría de edad. La necesidad de buscar cuanto antes un trabajo no hace más que dificultar todavía más la posibilidad de acceder a estudios superiores.
Todos necesitamos afecto y apoyo emocional
Para cualquier persona pasar parte de la infancia y/o adolescencia sin el apoyo de la familia puede resultar muy difícil y traumático. A esa edad necesitamos afecto, sentirnos comprendidos/as y apoyo en nuestras necesidades para que podamos crecer como personas sanas y felices. A su vez, también es muy importante contar con personas en nuestro entorno (amigos/as, compañeros/as, personas de confianza, profesores/as, etc.) que nos ayuden a confiar en nosotros/as mismos/as y en nuestras capacidades. Una persona menor y migrante sin acompañamiento carece de familia y de otras personas que le puedan ayudar, teniendo que hacer frente a actitudes racistas y xenófobas en su día a día.
El apoyo de personas locales a través de la mentoría social
Izeba Proiektua e Iloba Proiektua surgen para acompañar en Gipuzkoa a la juventud tutelada y extutelada, para que tengan mejores oportunidades en su camino para ser personas autónomas, a través de una relación con una persona adulta local. Ofrece a estos y estas jóvenes en riesgo de exclusión social la posibilidad de que una persona o familia voluntaria les acompañe en su paso a la independencia, haciendo énfasis en el acompañamiento emocional y en sus necesidades concretas. Se busca crear relaciones de confianza para ayudarles en su desarrollo como persona y en su integración en la sociedad. Podríamos definir la esencia del proyecto como: «cuando contar con alguien, es contar para alguien».
Los temidos 18 años: procesos de emancipación “express” y trabas administrativas
Los/as extutelados/as son jóvenes que por diferentes circunstancias han tenido que pasar parte de su infancia y/o adolescencia sin el apoyo de su familia de origen. Esto hace que al cumplir 18 años deban afrontar su paso a la vida adulta con pocas personas adultas de referencia, con menos oportunidades y con la presión para hacerlo lo más rápido posible (cuando la edad media de emancipación en Gipuzkoa es de 30 años). En el caso de las personas extranjeras el problema es aún mayor, ya que una vez alcanzan los 18 años deben hacer frente a trabas y barreras legales y administrativas que hacen casi imposible su integración real en la sociedad.
El trabajoso trabajo de buscar un trabajo
Conseguir un trabajo es una de las principales preocupaciones de la juventud migrante extutelada. De hecho, es también una de las principales motivaciones para emigrar de sus países. La verdadera realidad en relación al trabajo para estos/as jóvenes es la falta de oportunidades, trabas con la documentación, malas condiciones, sin contrato, sin derechos ni garantías. La mayoría de los jóvenes abandonan los hogares de acogida de menores sin haber conseguido un empleo.
La vivienda digna, inalcanzable
Las dificultades para acceder a una vivienda digna son, en muchos casos, insuperables: a los altos precios de la vivienda en Gipuzkoa (en 2021 San Sebastián ha sustituido a Barcelona como la ciudad española donde es más caro alquilar una habitación en un piso compartido, según Idealista) hay que añadirles las actitudes racistas de los/as arrendadores/as y/o una situación administrativa irregular (falta de papeles) en muchos casos. Según Cruz Roja el 10% de los/as jóvenes que salen de los hogares de acogida en España al cumplir la mayoría de edad se ve obligado/a a vivir en la calle o en situación de alta precariedad.
Salir adelante no resulta ni mucho menos fácil para estos/as jóvenes. Todos/as y cada uno de nosotros/as podemos hacer algo a favor de ellos/as; y todo pequeño cambio en nuestra actitud personal trae consecuencias. Por ejemplo, puedes optar por un discurso constructivo en vez de difundir rumores, y así promover un cambio de mirada hacia estas personas en tu entorno, huyendo de prejuicios y estereotipos.
Si además estás dispuesto/a a ofrecer parte de tu tiempo libre para acompañar a una/a joven en esta situación puedes colaborar como izeba/ osaba. Contribuyamos entre todos/as para que estas historias puedan ser de superación y éxito.