Los acontecimientos del pasado violento se transmiten, sobre todo, en el ámbito doméstico, si es que se transmiten. En el ámbito educativo no existe un acuerdo sobre qué hay que transmitir, ni cómo, ni cuándo hay que hacerlo. Los choques son comunes, también, entre las instituciones; sucede que los relatos del pasado son muy variados, y muchas veces, se conciben como incompatibles. Querer llegar a un acuerdo sobre el pasado, crea más de un quebradero de cabeza.
De todos modos, existen grupos e iniciativas que logran encontrar algún resquicio para la acción: por ejemplo, la iniciativa Adi-adian, que invita a las víctimas a los colegios. Es verdad que, mediante estos testimonios, los alumnos solamente recogen un pedacito del total de los acontecimientos del pasado; no obstante, la experiencia sirve, muchas veces, para hablar del pasado, preguntar, y seguir investigando. Para participar en esta iniciativa, es necesario que el órgano del colegio al que le corresponda decidir llegue a un acuerdo, y este mismo ejercicio se convierte, a su vez, en ejemplo para las labores cotidianas a favor de la reconciliación. El Consejo de la Juventud de Euskadi también ha tomado cartas en el asunto, investigando las inquietudes y necesidades de la juventud, y organizando eventos entorno a la memoria, sobre los resultados obtenidos.
Mientras esperamos acuerdos institucionales, no falta trabajo en buscar y aprovechar esos resquicios para la acción.