Dicen que la juventud no sabe qué ha sucedido en el pasado violento y que no tiene, además, prácticamente ningún interés en saberlo. Esta afirmación es muy frecuente en actividades, jornadas y foros que se organizan para hablar entorno a la paz y la convivencia y que, dicho sea de paso, no acaba de conseguir atraer a los más jóvenes. La juventud no sabe, la juventud no está. Ante esta carencia, se llega a la conclusión de que hay que transmitir lo ocurrido.
Observemos ese análisis desde más cerca: aparte de los jóvenes, ¿saben los adultos lo que ha ocurrido? ¿Tienen interés por saberlo? Porque es muy normal que cada uno conozca lo que ha sucedido en su trinchera o su burbuja, pero que todo lo que quede fuera, no sea más que información difusa e impersonalizada para muchos adultos. La imagen poliédrica de la vulneración de derechos humanos de motivación política es algo que está aún emergiendo, y todavía llevará unos años. Por lo tanto, los adultos también tienen tareas pendientes en este sentido. En lo que al interés se refiere, si bien es cierto que una parte de la sociedad ha comenzado a mirar hacia adelante y a su alrededor, ya que los problemas y las violaciones de derechos siguen aún vigentes, también es verdad que muchos sienten la necesidad de tomarse un respiro y posar su atención en otros temas, dejando atrás la que ha sido la mayor preocupación durante años.
Si entre los adultos no se trabaja, difícilmente se podrá transmitir a la juventud los relatos de las violaciones de derechos humanos vividos, apoyados o silenciados. Adelante y ánimo, por lo tanto, a las personas, grupos, municipios e instituciones que trabajáis por la reconciliación y la convivencia.