La juventud es fuente de continuo debate. No hay actividad de participación ciudadana en la que el tema no salga. En el caso de aquellas actividades vinculadas a la reconciliación social y también de la memoria histórica, también se repite la misma tónica. De manera que cuando se plantea que las personas propongan acciones o medidas para la promoción de la reconciliación en su pueblo, antes o después, se cita a los jóvenes.
De las actividades llevadas adelante desde Baketik se puede extraer que generalmente, cuando las personas participantes se refieren a la juventud suele ser por un lado, para decir que se les echa en falta; y por otro lado, para concebir esa juventud como los y las personas de menos de 25 años. Finalmente, se suelen plantear medidas para poder incluirlos en el proceso.
Personalmente creo que es una buena noticia que en los procesos de participación en general, y en los referidos a la convivencia en particular, se quiere contar con los y las jóvenes. Sin embargo, todo lo dicho muchas veces queda supeditado a un mensaje que no comparto: los y las jóvenes, deben participar porque no están, diríamos que tan contaminados como el resto por los largos años de conflicto en nuestro pueblo. Así pues, se plantea por ciertas personas, que los y las jóvenes deberían estar en tanto cuanto que miembros “puros” de la sociedad.
Mi experiencia de contacto directo con población universitaria así como la inquietud personal por analizar los comportamientos sociales, me llevan a pensar que desgracidamente, no existe dicha “pureza”. Lógicamente, son hijos e hijas de un momento diferente y por lo tanto sus planteamientos no serán idénticos que los de sus padres y madres. Sin embargo, han sido socializados por estos últimos y es de ellos y ellas de los que en gran medida, también han recibido una herencia de etiquetas e ideas sobre nuestro conflicto. En conclusión, no diría que no ha vivido el conficto, sino que lo han vivido de forma diferente, lo que nos debe animar a tomar en cuenta su vivencia e incluirla en los procesos de promoción de la convivencia.
Como en otras ocasiones, el simil con la Guerra Civil puede ayudarnos. La actual población adulta en buena medida no la sufrió y sin embargo ahora son el motor de las revindicaciones en favor del derecho a la memoria o justamente, de lo contrario, según de que lado se esté. De la misma manera, los y las jóvenes vascas, son víctimas de lo ocurrido y agentes de cambio para el futuro. Las viviencias de lo sucedido y los relatos que se han contado en cada casa sobre los unos y los otros, van grabados a fuego también en ellos y ellas, y por lo tanto también deben ser sujetos activos del camino en favor de la reconciliacion.