Hoy mi padre ha recibido los beneficios que su capital en un fondo de pensiones le ha reportado este año. Estaba contento al ver cómo su fondo de pensiones había aumentado. Y el caso de mi padre no es el único. Os animo a realizar un sencillo sondeo en vuestro entorno más cercano y comprobaréis que un porcentaje muy alto tiene algún tipo de activo financiero; fundamentalmente, fondos o planes de pensiones pero también acciones en bancos, empresas… Decir que es generalizado su uso puede que sea demasiado pero si diría que es evidente que el acceso, en general, al mercado de activos financieros, especialmente de fondos y planes de pensiones, se ha democratizado.
Mucho se podría debatir sobre la extensión de estos planes y su lógica en un sistema que en teoría garantiza la pensiones pero hoy quiero centrarme en la reflexión ética sobre el uso de estos planes y fondos.
El mundo financiero en general no hace gala de actuar éticamente salvo algunas excepciones. Así pues funciona con una especie de ley de la selva donde el fin justifica los medios y el fin no es otro que ganar más y más.
En el caso concreto de los fondos de pensiones, los usuarios sabemos la cantidad que en ellos tenemos depositada y lo que nos está reportando. Pero, ¿sabemos cómo se consiguen esos aumentos o, en su caso, descensos de nuestro capital? ¿Sabemos qué es lo que hace el banco con nuestro dinero? ¿Dónde lo invierte? En un porcentaje altísimo diría que no, entre otros motivos, porque no es una información que los bancos nos faciliten de forma sencilla y porque puede que ni el director/a de nuestra sucursal lo sepa.
No estaría mal tomarlo en cuenta. Hoy oímos noticias sobre los efectos perniciosos que sobre nuestra economía tienen los fondos de aquí y de allá o que tal fondo se ha hecho con una empresa de nuestro entorno. Pero, ¿sabemos si nuestro dinero colabora en fondos similares? O más esperpéntico aún, ¿puede que nuestro dinero opere en fondos que a su vez estén tomando decisiones que nos afectan a nosotros/as en lo personal o en lo comunitario?
Nuestro compromiso ético social pero también personal debe aplicarse no solo a las finanzas en general, sino a las nuestras en particular para, al menos, reconocernos a nosotros/as mismos/as si por aumentar mi fondo de pensiones debo dejar el saldo de mis principios en números rojos o no.
Iker Uson