·…con la dignidad humana. Por más que queramos, nadie nos garantiza que podamos cambiar las opiniones e ideas de los otros. En cambio, la capacidad de ser hombres y mujeres libres pone todo a nuestro favor para, si queremos, cambiar nuestras actitudes. La humanización es dejar de ver al “otro” como enemigo y mirarlo como semejante, iguales ambos en dignidad humana.
·…con la empatía hacia todas las victimas. La humanización requiere de la empatía, entendida no solo como una capacidad para ponerme en el lugar del otro, sino para ir más allá y preocuparme y ocuparme del otro. Para ello es necesario escuchar desde el respeto a las personas que más han sufrido y tomar conciencia de dicho sufrimiento.
·…con la generosidad. Una humanización constructiva necesita mucha generosidad. Esto significa poner a la persona en el centro, pensar en el sufrimiento de nuestros mayores y en su necesidad de paz, pensar en las generaciones venideras y en lo que les queremos dejar. En definitiva, anteponer el interés general a la visión partidista, el bien común de la convivencia al agravio y al dolor particular.
·…con la ética de la legalidad penitenciaria. El incumplimiento del deber de reeducación y reinserción de la política penitenciaria, así como otros preceptos legales que asisten a las personas encarceladas, hacen de esta política un instrumento de deshumanización. Sin embargo, una interpretación ética de la legalidad permitiría desarrollar todo su potencial humanizador.
·…con la unilateralidad. La humanización es una interpelación directa a nuestra libertad individual para decidir unilateralmente qué es aquello que por pequeño que sea yo puedo hacer para mejorar las cosas. Los pasos valientes que se den por cambiar las actitudes de hoy, serán los que mañana generen la fuerza motriz que permita pasar de un contexto de división a una convivencia reconciliada.
·¿En qué medida pueden ayudar estos compromisos a la humanización? ¿Cuáles más harían falta? ¿Se te ocurre algún otro?