Hace unos meses recibimos una propuesta desde Cali (Colombia) para ir a ofrecer un curso en torno a la Propuesta Izan para educar en ser persona y allí he estado entre el 26 y el 30 de junio. El curso se situaba en un Seminario sobre paz y convivencia que estaba dirigido sobre todo al profesorado de las escuelas de la Fundación Santa Isabel de Hungría. Dicha Fundación cuenta con 30 escuelas, 40.000 alumnos y cerca de 900 profesores. Muchas de las escuelas de la Fundación están situadas en zonas de Cali donde se han producido los últimos años asentamientos de personas desplazadas por el conflicto. En el seminario participaron 500 personas entre educadores y personas pertenecientes a la red social de Cali.
En estos momentos en Colombia están viviendo una situación parecida a la que vivimos en el País Vasco. Allí también están hablando de un nuevo tiempo pero, como aquí, todavía siguen imperando las viejas formas. Una de sus preocupaciones es que el proceso de paz se reduzca a las conversaciones que están teniendo el Gobierno y las FARC en La Habana y que la sociedad se despreocupe pensando que esto no va con ellos, que no se haga un trabajo de prevención de cara al futuro y que no aprendan nada de todo el sufrimiento que están padeciendo.
Esa fue una de las razones de organizar el seminario para ver cómo se puede trabajar con los jóvenes y con la sociedad civil la Propuesta Izan de Baketik y crear una nueva cultura de convivencia en Cali. La parte teórica fue muy bien y la valoración de los asistentes fue muy positiva. Ahora les queda el reto de ver cómo se transmite y se trabaja eso con los jóvenes de sus escuelas y comunidades.
Después del Seminario tuve la oportunidad de visitar con Chucho, uno de los organizadores, algunas de las zonas en las que están trabajando, zonas en las que la aspiración de los jóvenes es integrarse en bandas y donde el valor de la vida se reduce a nada. Sin ir más lejos, el pasado fin de semana 18 personas murieron en Cali de forma violenta. Recordé la película “La virgen de los sicarios” situada en Medellín y Chucho me hablaba de la película “El doctor alemán” con un contexto similar y situada en la zona que estábamos visitando. También me hizo una pregunta: ¿cómo podemos trabajar la dignidad humana aquí, cuando los jóvenes se matan entre ellos?
Tengo que decir que no pude darle una respuesta clara, pero quizás una forma es hacerles ver que tienen otras alternativas que la que ellos ven y que es la única que conocen. En el seminario tuve la oportunidad de hablar con un joven de unos 25-30 años que había pertenecido a alguna de esas bandas y ahora está trabajando con los jóvenes para que no tomen ese camino y ayudarles a encontrar otra forma de vida. Testimonios como el suyo puede ser una de las formas de conseguirlo, de hacer creíble la posibilidad de otras alternativas.
No sé si lo que he aportado en el seminario será útil para ellos pero para mí ha sido una experiencia interesante. He podido aprovechar el viaje para estar también con personas que están siguiendo de cerca las negociaciones entre las FARC y el Gobierno y he podido constatar que salvando las distancias, compartimos una misma preocupación sobre el momento que estamos viviendo y es que corremos el peligro de pensar que aquí ya está todo terminado, que la sociedad civil no se implique, que tengamos la tentación de pasar página, y que en el futuro sigamos resolviendo nuestros conflictos de igual manera, anteponiendo nuestros objetivos al valor de la dignidad humana y recurriendo a la violencia si es necesario.
Pello Sarasua